Categoría: Cartas

Cartas desde Cuauhnáhuac

I

De hecho no es tan difícil, como no lo es respirar. No es tan difícil animar una parte de la vida que se te ha otorgado, porque no has venido sólo a hacerte florecer a ti mismo, sino que has venido a servir: a hacer felices a los más posibles… ser útil: ser humano de verdad.

II

No fue sencillo. No quería, circunstancias obligaron, tuve que ir. Me propuse no dejarme caer en la tristeza. Pero, al pasar por donde alguna vez transitamos no pude evitarlo, sin embargo, ha sido posible volver a circular por esos sitios sin un mayor sobresalto que durará más allá de lo necesario como para ser notado por alguno curioso y observador de los detalles, incluso ese no me pillaría.

Tal vez le dé mucha importancia, lo fue en su momento para ambos ―en el pasado―, hoy y mañana sólo importará a mí y a nadie más que a mí, han dejado de ser nuestros recuerdos para convertirse, auque se de manera lenta e inexorable, en “mis recuerdos”… la memoria de los días con sol, el “intermezzo felice”, con mucha seguridad puedo expresar que no habrá otros más, no hasta donde yo sé.

No habría que “dramatizar” allí donde no hay conflicto: fue un momento en el tiempo, es semejante a la llegada del Principito con el Aviador en el desierto, la domesticación del zorro; el encuentro de la samarita con Jesús en el pozo, el adiestramiento de Edmundo Dantes con el abad Faría, monseñor Bienvenido comprando a Jean Valjean, Perceval aprendiendo a ser caballero con Governat de Gort, Bulletes la guía de Staurofila, Elsa rogando por un milagro para Bendrix, Luthien la gran auxiliadora de Beren, de todas esas forma, y otras más que no cuento, fue la llegada de Conorte a la vida de Qahal.

III

Aunque sea triste encontrar amores sin presente, es mucho muy tristísimo confesar que estos no tengan futuro, pero hay una alegría posible y real:

“…había una vez un hombre y una mujer que se amaban, de los sus amores y las historias que hubieron de vivir es de lo que novelista ha tomado materia para contar, sino el romance si El roman del Caballero y la Dama, donde quisiera contarte un final feliz y no la terrible vuelta a la realidad que apareja toda novela en su final, tengo que decir que la Dama finalmente se quedó con el que necesitará más de sus amor y con aquel que la amaba más; lo lamento, el género no da para misericordias con los vencidos.”

IV

Hace no poco tiempo todo era invierno. En este momento la sonata que se interpreta es la de otoño. Entre la nostalgia de la primavera y el deseo de la del verano transcurren lentos los días, tal vez sin sueños, pero con futuros coposibles… y sólo coposibles. No queda más por hacer, cómo tú misma lo predicabas a cada rato y trataste de enseñarme alguna vez, que enderezar la cerviz, mirar a lo alto, dejar la postración y avanzar hacia el Oeste, no para regresar a Omelas, sino para superar tal lugar.